El mítico escritor portugués Fernando Pessoa, uno de los constructores del imaginario occidental de la modernidad, ha pasado a la posteridad con la imagen de un hombre ensimismado y retraído, más preocupado por su obra que por las relaciones que, en último extremo, cualquier construcción literaria implica.
Sin embargo, la imagen actual del escritor, debida en gran medida a los estudios realizados en la última década, ha variado notablemente, ofreciéndonos un retrato de Pessoa mucho más activo y preocupado por el mundo que lo rodeaba. En este contexto, a principios de los años veinte, Fernando Pessoa establece relaciones epistolares con tres poetas ultraístas españoles (Adriano del Valle, Rogelio Buendía e Isaac del Vando-Villar), llegando incluso, con el primero de ellos, a mantener contacto personal durante varias semanas del verano de 1923.
Gracias a estas relaciones se producen las primeras traducciones de Pessoa en España, y podemos observar cómo Adriano del Valle, con el paso del tiempo, cuando en los años cuarenta y cincuenta desempeña cargos de responsabilidad en la cultura oficialista del régimen de Franco, reconstruye a la luz de una memoria retocada su relación con el poeta portugués, para beneficio propio.
Todo ello nos permite releer el papel del Ultraísmo en el contexto de la literatura del momento, así como reflexionar sobre el cariz histórico del concepto de canon y sobre la ideologización de la institución literaria.